Ya sé que el mundial va a terminar y que las elecciones ya pasaron. Pero tengo que hablar del comportamiento de las mujeres durante el desarrollo de estos eventos.
Desde que tengo memoria, el fútbol y la política han sido territorios exclusivamente de hombres. Recuerdo cuando, en mi no tan lejana niñez, cada jornada futbolística, mi padre me llevaba al estadio a ver al equipo de sus amores y yo con papas y refresco en mano (que años después cambiaria por cerveza) mentaba madres y gritaba árbitro culero con la complicidad de saber que era una actividad entre hombres. El entendimimiento de las jugadas, los pases y las cagadas que se mandan los árbitros eran merecedores de una rechifla que era entre nosotros una cosa natural.
Caso contrario era cuando el Morelia jugaba de visitante y teniamos que ver el partido en casa. A la mitad de una jugada clave llegaba mi jefita, (que como toda mujer no tiene la más minima idea de las reglas del juego del hombre) a preguntar ¿cuales son los del Morelia? ¡Ay pobrecito le pegaron! Y al ver que mi padre y yo gritábamos y aplaudíamos preguntaba ¿quién metió Gol? MI jefecito y yo nos mirábamos y simplemente moviamos la cabeza en señal de desaprobación.
Este mismo fenómeno se ha repetido masivamente durante las 4 semanas pasadas. Durante los partidos del mundial me he encontrado rodeado de viejas y villamelones que gritan histéricas cuando el equipo contrario roba un balón o algún jugador ahce un tirito que no representa ningún peligro para el cancerbero local.
Lo mismo pasa con la política. En semanas pasadas me percaté que todas y cada una de las arañas que pululan en este guetto se convirtieron en analistas políticas más chingonas que Denisse Dresser o la Beba Galván. Todas explicaban el plan económico del Santón de Macuspana, sus pros y contras, entendian a la perfección la propuesta de política exterior del Pigmeo Calderón y hablaban de la función del IFE en caso de un empate electoral. Todo esto para que terminaran llegando a la casilla a votar por el partido que pedia “Uno de Tres” porque el jingle era lo único que recordaban.
Seamos realistas, las mujeres pueden ser químicas nucleares, grandes científicas, o la gran esperanza de la humanidad. Pero nunca de los nunca podrán comprender la magia de compartir una caguama tomando directamente del envase, manejar sus autos correctamente, comprender lo que un fuera de lugar significa o dejarnos ver un partido completo sin intentar captar nuestra atención.
Calladitas se ven más bonitas.
martes, julio 04, 2006
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