viernes, noviembre 03, 2006
These magic moments
Para aquellos cansados del CiCi, las playas del Princess, el Baby y demás lugares de perdición del bellísimo (¿de dónde?) Puerto de Acapulco les presento un lugar cómico, mágico y musical, donde la primer vez que llevamos a mi primo el que estudia para sus exámenes de orina se convirtió a sus 13 años en una especie de gigolo con la bonita frase “Bésame como si me amaras” que causó revuelo entre las muchachonas que laboran en este lugar.
A continuación un extracto de la presentación encontrada en su página de Internet.
Corría 1987 y el público acapulqueño era aficionado todavía a los espectáculos del viejo cabaret. "Tongolele" era más que una vedette, una fijación de los noctámbulos gustosos de los espectáculos de strip tease en vivo sobre bares con extensiones medidas en hectáreas.
Fue la época propicia para introducir cambios, innovaciones, originalidad en la forma en que la belleza interactuaba con el público. Cierto, La Princesa Lea era muy bella y bailaba muy bien; pero representaba lo inaccesible, lo distante, aquello que el ciudadano común jamás tendría lo suficientemente cerca para admirarla mejor, para disfrutar su cercanía al punto de arrancarle una sonrisa….o algo más.
En ese año ya existían algunos centros nocturnos con espectáculo topless. Fue el mismo año en que apareció en escena "Tabares y la Ostras", en pleno centro de la ciudad y con un concepto totalmente innovador que pronto ganó la preferencia de la gente acapulqueña y de los muchos turistas que visitaban la ciudad. El rústico piso lleno de aserrín , las esculturales bellezas tripulantes de patines, los ceniceros consistentes en botes de aluminio rellenos de arena, las mesas y sillas construidas de en PVC, el personal de seguridad disfrazado de "Verdugos" capucha negra y cimitarras incluidas, pero sobre todo y por encima de todo ,la belleza de sus meseras-bailarinas topless que alternaban día con día de la tanga roja a la tanga blanca se convirtieron en íconos representativos de una nueva moda.
El público que antes disfrutaba de la belleza desde lejos tuvo ahora la oportunidad de convivir con ella, de pedirle una cerveza o una copa de buen brandy, de intercambiar palabras o párrafos completos mientras se llenaba la pupila; en suma, disfrutar su cercanía incluso antes de que la misma belleza saltara a la pista para mostrar sus habilidades para el baile.
Esos entre otros factores, justificaron la delantera que desde el principio obtuvo Tabares sobre su más cercana competencia y justificó el slogan indicado arriba. Ese y otros más: El diskjocker recitaba una y otra vez las frases que el oyente transformó casi en mantra: "Si no lo encuentras aquí, no lo necesitas", "Más caliente que ayer, pero menos que mañana" y muchas más. Con el tiempo fueron suprimidos los patines, pero se mantuvieron las innovaciones que hacían de las bellezas de Tabares algo fascinante pero jamás prohibido: Aretes imponentes , zapatillas altísimas, maquillaje impecable y limpieza, mucha limpieza, eran los requisitos mínimos impuestos por la administración del lugar desde su inicio. Por supuesto, el más indispensable de todos era la belleza. Requisitos que se mantienen hasta el día de hoy, en que Tabares se distingue por la superioridad de sus bailarinas.
Cuatro años después, en 1991, respetando la normativa vigente, que prohibía lugares de entretenimiento para adultos en la cercanía de escuelas o iglesias, Tabares se mudó a su actual ubicación sobre la calle Bellavista y atrás de la glorieta Diana Cazadora. El nombre original fue cambiado por "Tabares Show y Chichis Bar" como parte de su evolución, misma que también incluyó dejar de lado los viejos eslóganes , no por anticuados, sino por haber pasado a ser del dominio público y haberse convertido en verdad de Perogrullo.
Hoy en día Tabares es el ejemplo de lo que debe ser un buen espectáculo, desde un inmejorable servicio donde los meseros se transportan en patines, el equipo de seguridad viste impecables disfraces, las bellezas engalanan el local y sus instalaciones siempre impecables para disfrute de sus clientes.
¿Quién a estas alturas dudaría de que Tabares siempre fuera imitado pero jamás igualado?
La neta yo no.
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