Fiebre de amor

Sucedió en un teibol:
¿Oye mamacita cuanto cuesta un baile?
-250 pesos por canción papito-
Mmm…
¿Y un baile privado?
-750 cielo-
¿Y un servicio completo?
-3000 pesos por una hora y vamos a donde quieras.
¡Orale!
La teibolera avisa que se va, un simio del staff de seguridad los acompaña y pide a nuestro héroe que le pague a la dama su arancel para dejarla salir.

El guey saca su cartera, la analiza y encuentra un boleto del metro, un calendario de “Tortas Guicho” y un billete de 20 pesos, se los ofrece a “Franciaaaaaaa” y al simio al que le dice:

Uy no acompleto, ¿pero con esto no me alcanzará ni para una mamadita?

Lo que la influenza nos dejó

Después del pánico colectivo, los sintomas de salva, la pérdida de propelas de los meseros argentinos que los obligarán a comer gnocchis aunque no sea día 29 durante todo el mes, que toda la gente marrana por fin empezara a lavarse las manos y me obligaran a guardarme de más, me di cuenta del verdadero objetivo de los cubrebocas, que si bien es también un tema de salud pública y convivencia nadie se atreve a mencionarlo, es hasta el momento en que tú lo sufres que creas conciencia del mal que le haces a la humanidad desayunado birria o tacos de chorizo con bistec y pápalo y presentándote en público o peor aún atreviéndote a dirigirles la palabra.

Gracias a la influenza y al puto tapabocas me he dado cuenta de que después de comer no importa que bien te cepilles los dientes, es necesario cargar siempre unas tic tacs.